Castilla-La Mancha

Cultura y tradición

Castilla-La Mancha

Las chicas del cable

Madrid, año 1928: varias mujeres empiezan a trabajar como operadoras de una fuerte empresa telefónica. Pronto, el ambiente se enrarece, fruto de las dinámicas a las que se enfrenta el país. Romances y envidias se suceden en una lucha por la independencia personal marcada, a su vez, por una dura búsqueda de la amistad. Las chicas del cable, una de las primeras series producidas por Netflix en nuestro país, ha aprovechado la inherente belleza de Castilla-La Mancha para rodar, allí, algunos de sus episodios. Guadalajara, Sacedón y Brihuega son algunos de esos lugares escogidos; lugares que, aún hoy, mantienen la magia que pudo sentir Miguel de Cervantes.

Molinos y gigantes en Castilla-La Mancha: tras lo pasos de Don Quijote

El viento manchego, aún empujado por los tradicionales molinos de la región, esparce a su alrededor la rica historia del país donde Don Quijote sigue, aún hoy, luchando contra gigantes.

Por: Pelayo de las Heras

La silueta de los molinos contra el cielo manchego, envueltos tras el escenario azul turquesa del firmamento, continúa siendo en la actualidad el eterno símbolo de esta región. Desaforados gigantes veía Don Quijote en estas figuras cuyas sombras, causadas por los implacables rayos del sol, se extendían sin pudor sobre las planicies de la meseta. Más allá de sus sentimientos hacia Dulcinea, la obra maestra de la lengua española destapa también la belleza de los campos castellanos.

Los molinos de Campo de Criptana son los que se cree que pudieron resultar de inspiración a Miguel de Cervantes

Los molinos, cuyas blancas paredes permanecen impolutas tras el paso de los años, continúan alzándose como los huesos que articulan la vida de Castilla-La Mancha. El remate rojizo de sus tejados en forma de embudo, así como las aspas giratorias de color negro, contrastan con los tonos amarillos, verdes y marrones del colorido horizonte que conforma esta tierra. Tal como señalan multitud de expertos, son los molinos del municipio de Campo de Criptana los que pudieron resultar entonces de inspiración, siglos atrás, al propio Miguel de Cervantes. Hoy estas construcciones se hallan protegidas y han sido calificadas como bienes de interés cultural. No es ninguna sorpresa: algunos, incluso, datan del siglo XVI, fecha anterior a la publicación de la novela.

La campiña manchega  tiene en los molinos de viento un protagonista, en parte, inesperado; un tipo de turismo caracterizado por su sorprendente capacidad de mirar al interior de un país. Algunos de los molinos se pueden visitar hoy por dentro: es el caso de las construcciones alzadas en las poblaciones de Infantes y Clubero, donde es posible observar la estructura y la maquinaria original y comprobar cómo funcionan los engranajes alrededor de los cuales se sustentó la región durante siglos. Hoy son un elemento más de la identidad regional, un aspecto vinculado casi al folklore de la historia: durante cinco siglos los molinos se han alzado, vigilantes, como hitos de su tierra.

En el gastromolino Caballero del Verde Gabán se pueden degustar platos típicos de la gastronomía manchega

Las rutas turísticas de los molinos son una alternativa de gran interés. Véase, por ejemplo, el caso de la localidad toledana de Consuegra —cuya historia se remonta a su propia raíz romana, de donde surge su sonoro nombre original, Consaburum—, en la que hasta 13 molinos de viento se alzan alrededor de un pequeño cerro. Junto a este, otro fragmento de la historia del lugar se perfila contra el horizonte: un castillo árabe en el que, según se cuenta, se vio morir al hijo del Cid Campeador. En los nombres de todos los molinos se sienten, además, parte de las tradiciones regionales: Sancho, Espartero, Caballero del Verde Gabán. Sobre este último, se funde también la modernidad, ya que su interior es, hoy, origen de lo que se conoce como «gastromolino»; es decir, que su interior ofrece la posibilidad de degustar platos y productos típicos de la tierra que lo acoge. Sin embargo, para descubrir el peculiar funcionamiento de la molienda tradicional, tenemos que desplazarnos hasta Mota del Cuervo. Es la búsqueda del viento (y la correcta colocación de las aspas y sus lienzos) y el ritual a la hora de soltar el grano, donde el visitante puede observar cómo cae molido el trigo y se torna harina; una forma de crear vida.

Más allá del evidente valor histórico, el turismo de Castilla-La Mancha, a través de esta perspectiva, se revela como una forma de responder las preguntas más personales acerca de nuestras comunidades y una sencilla forma de conocernos a nosotros mismos.

Aviso de cookies

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios y mostrar a los usuarios publicidad relacionada con sus preferencias mediante el análisis de sus hábitos de navegación. Si se continúa navegando, consideramos que se acepta su uso. Es posible obtener más información aquí.