Ceuta y Melilla

Historia y cultura

Ceuta y Melilla

La monja guerrera

La monja guerrera es una de las últimas producciones hechas por Netflix en España. Rodada en parte en la ciudad de Ceuta, la serie gira alrededor de una mujer de 19 años que, tras morir, se despierta repentinamente dentro de una morgue. Ante el extraño descubrimiento de que su muerte aún no es el fin, Ava, una joven anteriormente paralítica, termina por verse inmersa en una hermandad de monjas guerreras. Será ella, ahora, el refugio contra las fuerzas oscuras. La base de su nueva vida, un artefacto incrustado en su espalda, se revelará como una fuente de poder, pero también como la posible puerta hacia su desgracia: pronto descubrirá que hay quien busca controlarla para sus propios intereses.

La belleza oculta de Ceuta y Melilla

Ceuta y Melilla son dos ciudades con gran historia. Hoy se alzan como dos lugares bellos y diversos que solo cabe reivindicar.

Por: Pelayo de las Heras

En el norte de África el calor del aire y el color del cielo se mezclan en un todo ligeramente exótico. Es allí donde España se encuentra con uno de sus pasados más remotos, aún vivo en cierta manera. Ceuta y Melilla cuentan con las huellas, entre otros, de romanos, árabes, portugueses y, por supuesto, españoles. Dos ciudades autónomas que muchas veces pasan desapercibidas por los viajeros. Su belleza, no obstante, está ahí: oculta, al igual que las perlas en las ostras, pero dispuesta a deslumbrar sin clemencia. Ambos lugares, a pesar de los más de 300 kilómetros que los separan, guardan ciertas similitudes. Mediterráneas, húmedas, discretas, heterogéneas: en ambas se resume la historia nacional y, en parte, la historia del mundo.

Ceuta y Melilla cuentan, con la posibilidad de un turismo ligero, la clase de escapada donde triunfa el protagonismo del sol y la playa. Aquí el calor se funde con las playas de arena, cuyo color siempre termina tornándose ligeramente dorado con los rayos de sol. A pesar del evidente atractivo que tiene esa opción, Ceuta y Melilla encierran un encanto entre sus calles en las que se mezcla la diversidad de su propia historia y la mezcla de culturas que convierten ambas ciudades en un objetivo ideal para disfrutar de un viaje que disfrutar, sobre todo, con la mirada. Poco a poco, como un secreto bien guardado, parece correrse la voz: ambas ciudades fueron, hace poco, los lugares del país donde más creció el turismo internacional. 

Ceuta y Melilla encierran un encanto entre sus calles en las que se mezcla la diversidad de su propia historia y la mezcla de culturas

Un ejemplo perfecto es la muralla de Ceuta —junto con su propio foso, hoy navegable para todo tipo de visitantes—, cuyo estilo difiere en los distintos tramos que la conforman. Al ser erigida en épocas completamente distintas, la mezcla de estilos simbolizan la vertiginosa vida de la propia urbe española. Vigilantes se alzan también las esculturas de la llamada Casa de los Dragones, antigua sede del Casino Africano de la ciudad.

Entre lo oriental y lo gótico se mueve este edificio, con molduras sinuosas y cuatro dragones alados, de color negro, situados sobre el tejado. La luz anaranjada de las bombillas la vuelve de noche, junto con los dragones, en una suerte de faro urbano. 

En la urbe ceutí se mezclan también las huellas de las distintas religiones. La Catedral de Santa María de la Asunción, con sus dos pequeñas torres, se alza como una mole de impecable color amarillo en medio de la ciudad. Y no solo es su fachada: también su museo merece una visita, con piezas históricas cuya fecha se remonta casi hasta el medievo. Frente a ella se halla a su vez el epicentro de la ciudad: la Plaza de África, cuyo suave color verde contrasta no solo con el monumento central que la rige, sino con el resto de los edificios de alrededor. Más reciente es el Parque Marítimo del Mediterráneo, una maravilla arquitectónica dedicada al ocio que cuenta con hasta tres lagos de agua artificiales. Además, cercanos a una zona residencial, los medievales Baños Árabes de Ceuta, una suerte de termas orientales, se muestran a todo aquel que quiera verlos. Ceuta se revela como es: una torre de Babel donde es posible observar el cruce de toda clase de influencias. Tanto es así que en la zona ceutí se juntan las cuatro grandes comunidades religiosas: hebreos, hindúes, musulmanes y cristianos. Cada una con sus templos y cada una, desde luego, con su propia historia, donde se mezcla el comercio y la búsqueda de libertad.

El museo de la Catedral de Santa María de la Asunción de Ceuta cuenta con piezas históricas cuya fecha se remonta hasta el medievo

Por su parte, Melilla es una urbe con un espíritu tan especial como propio. La ciudad autónoma es, de hecho, una especie de museo al aire libre: no solo ha dejado huella el paso de los diferentes pueblos —entre los que se cuentan árabes y españoles, pero también fenicios, romanos, vándalos y bizantinos—, sino también los diferentes estilos arquitectónicos de la modernidad. 

Es imprescindible adquirir una primera impresión a través de su armazón original. Lo que llaman Melilla la Vieja es, en realidad, su ciudadela amurallada, una de las mayores del país. Con origen en el siglo XV, esta es una de las pocas fortalezas renacentistas del Mediterráneo y hoy no solo se mantiene en perfecto estado, sino que es parte activa del turismo de la ciudad: dentro se halla la posibilidad de comer en restaurantes con paredes centenarias. Su color austero, que emana directamente del tono beige de las piedras, choca con el color azul del mar, en ocasiones casi de un tono caribeño. En este sentido, también es posible disfrutar del agua: la Ensenada de los Galápagos, una pequeña playa local, se sitúa a los pies de un acantilado, atrapada entre la belleza de las rocas y parte de la muralla. No hay reparos en calificar este lugar como el más precioso tramo del litoral melillense. También las Cuevas del Conventico, usadas en el pasado como almacén y refugio, y hoy disponibles para visitar mediante un circuito guiado, dan su puerta a una playa del más puro aspecto mediterráneo. Una ciudad, así, que mira sin complejos su reflejo en el mar.

Melilla es la segunda ciudad en España con el mayor patrimonio modernista y art decó

La ciudad de Melilla, no obstante, destaca también por su más estricta contemporaneidad. La arquitectura modernista y art decó, responsable del arquitecto Enrique Nieto, un discípulo de Gaudí, se expande por la ciudad con más de 500 obras. Es la segunda ciudad en España con el mayor patrimonio de este tipo, después de Barcelona. En cada esquina, presto a ser descubierto, se esconde un tesoro: es el caso de la llamada Casa de los Cristales, pero también de la Casa Tortosa, el edificio El Acueducto, la Cámara de Comercio o incluso la propia Mezquita Central, reflejo absoluto del crisol cultural de la región que mezcla la más absoluta modernidad con tradición.

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