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Gambito de dama

En el taller familiar Rechapados Ferrer, situado en la pequeña localidad catalana de La Garriga, se fabrican desde los años 60 tableros de ajedrez artesanales. «Uno a uno», subraya su gerente. En 2019, algunos de sus tableros aparecieron en la galardonada serie Gambito de dama, una producción de Netflix. Desde entonces, se han disparado los pedidos en una fábrica donde, como sucede en muchos otros talleres artesanales, el oficio y la pasión se funden en uno.

La artesanía catalana: jaque mate en tres partidas

En Cataluña, donde existe una gran tradición artesana, son muchos los talleres, como el de fabricación de tableros de ajedrez Rechapados Ferrer o el de carteles neón Luminosos Villoro, que batallan a diario por conservar esos saberes ancestrales que han pasado de generación en generación y a los que siguen dando forma con sus propias manos.

Por: Jara Atienza y Borja Rebull

El ajedrez nació como un instrumento de guerra. Al menos así lo cuenta una de las leyendas que el poeta persa Firdusi dejó por escrito en el siglo XI. Fue en su obra El libro de los reyes donde explicaba que, durante la guerra por el trono entre dos príncipes hermanos de la India, uno murió repentinamente y, la reina, desconsolada, acusó al vencedor de haberlo asesinado. Con la intención de aclarar la situación y demostrar su inocencia, el hijo superviviente decidió recrear la batalla sobre un tablero con figuras de marfil que representasen las cuatro divisiones que formaban antiguamente el ejército: la infantería, la caballería, los elefantes y los carros. Estos son los actuales peones, caballos, alfiles y torres.

Si el príncipe consiguió su propósito se desconoce. Como también se desconoce si este es el verdadero origen del juego que Firdusi llamó chaturanga –considerado el ancestro directo de juegos como las damas, el shogi o el ajedrez–. Lo que sí se sabe con certeza es que para librar un combate se necesita, ante todo, una cosa: un campo de batalla. O, mejor dicho, un tablero.

La aparición de los tableros de ajedrez en la serie Gambito de dama en 2019 marcó un antes y un después para los artesanos de Rechapados Ferrer

De preparar esos terrenos de juego se encargan desde hace medio siglo en el taller Rechapados Ferrer, donde fabrican tableros de ajedrez artesanales hechos a medida. La empresa, ubicada en la pequeña localidad catalana de La Garriga, nació en los años 50 para dar servicio a un pueblo de cerca de 16.000 habitantes con una gran tradición en la elaboración de muebles. Una década más tarde comenzaron a fabricar tableros de ajedrez, «casi por casualidad», explica David Ferrer, gerente del taller. Hoy en día, la fábrica cuenta con 14 trabajadores que seleccionan las mejores maderas, cortan, colocan y ensamblan a mano cada uno de los 64 cuadrados (y el resto de partes) que componen un tablero.

Hace ya años que el taller se convirtió en un referente internacional de un sector relativamente pequeño. Sin embargo, explica Ferrer, la aparición de sus tableros en la galardonada serie de Netflix Gambito de dama en 2019 marcó un antes y un después. «Si normalmente fabricábamos 20.000 tableros al año, en cuestión de dos o tres meses recibimos la solicitud de cerca de 40.000 encargos», detalla el que representa la tercera generación de artesanos. Y es que Rechapados Ferrer nació de la mano de su abuelo, de quien aprendió su padre y luego él. Con ellos comparte oficio, pero también un entusiasmo por lo que hace en su día a día. «Desde pequeño siempre me ha gustado tratar con la madera, es un trabajo que me apasiona», explica Ferrer.

Que tradición familiar y pasión por la artesanía vayan juntos no es una anomalía. Para Manuel Driesde, presidente de la Federación de Asociaciones de Artesanos de Oficio de Cataluña (Faaoc), se trata de dos elementos que acostumbran a perseguir a aquellos que se dedican a crear y moldear con sus propias manos. «Dentro de la artesanía tenemos algo, que no sé si es bueno o malo, que es que nos gusta tanto lo que hacemos que a veces anteponemos el oficio a la parte económica», confiesa.

Leo Villoro, propietario del taller Luminosos Villoro, comparte esta visión. De pequeño aprendió de su padre a fabricar todo tipo de piezas y rótulos de neón en un proceso que, asegura, es totalmente artesanal. «Mucha gente cree que el neón se hace con máquinas, cuando en realidad no hay máquina que pueda hacer este trabajo», subraya. En su local ubicado en pleno corazón de Barcelona, es el que se encarga de dar forma al neón, que viene en largos tubos de cristal rectos de distintos colores que luego él debe dar forma soplando cuidadosamente con un soplete y creando curvas en el cristal. Lo hace siguiendo minuciosamente las directrices de su padre quien, ya jubilado, todavía se pasa de vez en cuando al local a echar una mano. Sin embargo, Leo reconoce que la utilización de nuevas tecnologías, como una máquina de trazado gráfico moderna que le permite diseñar planos, le ha facilitado una labor que ahora intenta enseñar a su sobrino.

Como la de Leo, la historia de la empresa Castañer es también un asunto familiar. En 1927, Luis Castañer y su primo Tomás Serra abrieron en la localidad catalana de Banyoles, en Girona, un pequeño taller de alpargatas. Durante la Guerra Civil española, la empresa abasteció a los soldados con este calzado hecho de esparto y, años más tarde, en los 70, las esparteñas dieron el salto a las pasarelas de la mano de Yves Saint Laurent y comenzaron a verse en los pies de celebridades de todo el mundo. Un ejemplar llegó incluso a ser expuesto en el Museo de Arte Moderno de Nueva York en 2017.

Hoy, la compañía cuenta con más de 700 puntos de venta en todo el mundo, pero la esencia, asegura el actual diseñador creativo, Rafael Castañer, sigue siendo la misma que hace casi un siglo. «Todas nuestras alpargatas están hechas a mano en España, con materiales naturales y con el mismo proceso», explica el que es uno de los cuatro hermanos que actualmente dirigen la empresa. Paradójicamente, para conservar lo que ha hecho único a este taller de alpargatas, la empresa ha optado por adaptarse a los nuevos tiempos.

«Nos gusta tanto lo que hacemos que a veces anteponemos el oficio a la parte económica»

O, dicho de otro modo: a las nuevas tecnologías. «Hemos intentado avanzar hacia el futuro, pero sin perder nuestra esencia», subraya el artesano que explica que, actualmente, la e-commerce se está consolidando como una parte clave del negocio con índices de crecimiento anual superiores al 30%.

En Castañer no son los únicos que han apostado por esta nueva manera de vender: según el último estudio de la escuela de negocios EOI, vinculada al Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, alrededor de uno de cada tres artesanos españoles venden sus productos online. Los esfuerzos que las Administraciones han realizado en los últimos años para mejorar la conexión digital a todo el territorio ha sido clave para el impulso de la comercialización de piezas artesanales.

De esta manera, primero la tradición y la familia, y más tarde la digitalización se han convertido en rasgos característicos de firmas como la de Castañer, donde no han dejado que la revolución digital y su consecuente eco internacional ensombrezca un elemento que forma parte de su identidad desde los inicios: la ciudad de Banyoles. «Que la gente relacione nuestros orígenes, el lugar donde se creó la primera alpargata con Banyoles, nuestra ciudad natal, es la mejor herencia que puede tener una marca», concluye Castañer.

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