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Valeria

Inmersa en una profunda crisis vital de la que participan tanto su escritura como su relación sentimental, Valeria corre a refugiarse en el único lugar seguro que conoce: bajo el cobijo de sus amigas. Rodada principalmente en Madrid, pero con conexión con otros territorios, la serie está inspirada en la novela de Elisabet Benavent y está producida por Plano a Plano. Una producción que cuenta con la música de la banda valenciana Heatwaves. Canciones que acompañan un trayecto emocional marcado por las turbulencias creadas por el amor, la amistad, los secretos, los sueños y un futuro cada vez más difuso. Una lucha contra su propia incertidumbre.

¿Es posible vivir sin música? No en la Comunidad Valenciana

A orillas del Mediterráneo se sitúa una de las regiones con la mayor concentración de sociedades musicales del país: ¿cómo es vivir al son de la música?

Por: Pelayo de las Heras

Es difícil escoger un solo aspecto que logre definir la Comunidad Valenciana: la gastronomía, el clima mediterráneo, la particularidad de su arquitectura, las Fallas quemando en el aire el polen que anuncia la llegada de la primavera. Siempre se suele pasar por alto, sin embargo, una pieza esencial de la identidad valenciana, y es que la música, al igual que la paella, define por completo la vida diaria —e histórica— de la región. Desde estos largos kilómetros de costa mediterránea han surgido multitud de piezas musicales que, en la actualidad, forman parte del imaginario colectivo nacional. Hoy es, incluso, parte de algo más grande: tras el reconocimiento gubernamental de las sociedades musicales valencianas como patrimonio cultural inmaterial, sus miradas se dirigen ahora hacia la Unesco. Más allá de España, ¿puede la Comunidad Valenciana conquistar también los oídos del resto del mundo?

Cuarenta mil músicos y más de doscientos mil socios forman el grueso de las numerosas sociedades musicales de la región

«La comunidad siempre ha tenido una actividad musical muy importante. La actividad musical actual es muy fructífera en las tres provincias, tanto a nivel de conciertos como de bandas musicales», defiende Jose Dolz, líder de la formación castellonense Heatwaves, cuyo sonido se mueve sin ningún pudor entre el pop-rock, las girl bands de los años sesenta y el sonido garage americano. Más allá de las sensaciones personales, las cifras así lo demuestran: cuarenta mil músicos y más de doscientos mil socios forman el grueso de las numerosas sociedades musicales de la región. Estas cifras son sorprendentes incluso a nivel estatal, donde los valencianos representan alrededor del 50% de la Confederación Española de Sociedades Musicales. Esta fuerte concentración de tejido musical —bandas, orquestas, coros— no es solo única en España, sino en gran parte del mundo. «Lo que nos mueve a tocar es el hecho de crear algo nuevo desde cero, algo que provoque un sentir a la gente que lo escucha. El éxito per se no tiene ningún sentido para nosotros», explica Dolz, cuyo romanticismo musical le impele a sacar sus producciones, aún hoy, directamente en formato de vinilo.

La presencia de la música en la región es total: esta no se reduce solo a las capitales de provincia, sino que al igual que el manto de la marea, llega a cada uno de los puntos rurales y urbanos del territorio. La música se erige de este modo como la banda sonora de las festividades más importantes —fallas, certámenes, tradiciones locales— y como herramienta de formación cultural para los propios vecinos. Tal como explica Frederic Oriola, historiador especializado en las bandas musicales de la zona, «uno de los principales valores que ofrecen las sociedades musicales es el de ser un vínculo intergeneracional entre sus miembros». Es, en realidad, una vía hacia la comprensión mutua. Es en parte por ello por lo que, según defiende Oriola, «las sociedades musicales pueden servir como reclamo turístico y como valor cultural a la hora de elegir la Comunidad Valenciana como destino». Algo que ya ocurre de forma masiva —aunque no exclusivamente— con los festivales de música: miles de visitantes acuden cada año a las celebraciones de organizaciones ya veteranas, como es el caso del Arenal Sound, el Rototom o el Festival Internacional de Benicàssim, cuya existencia se remonta a 1995. No es sorprendente que la Comunidad Valenciana sea, hoy, una de las regiones españolas que cuenta con el mayor número de grandes festivales. 

La Comunidad Valenciana es una de las regiones españolas con el mayor número de grandes festivales

Además de los festivales, también hay proyectos que recogen el alma misma de la comunidad. Es el caso de Music Immersion Travel, un proyecto de corte turístico que permite a los amantes de la música conocer y experimentar cómo se vive la música y cómo funcionan, en definitiva, los recovecos de las sociedades musicales que articulan la vida cultural de la región y, en parte, del país. Lugares donde todo tipo de géneros y estilos, instrumentos e individuos, se hallan bienvenidos. Son proyectos como éste, al igual que ocurre con los conciertos en el Palau de la Música —situado estratégicamente junto a las calmadas aguas del río Turia— los que ponen en evidencia lo que significa la música para el suelo valenciano: se trata, en cierto modo, del propio hecho de vivir.

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